Sentada frente a mi misma,
pienso que nada es
del todo bueno o malo,
nada importante o vanal,
y desde luego,
nada es definitivo.
Los sentimientos,
tropiezan
entre humo evanescente;
...nada es de ayer,
y nada de mañana.
En este mundo nuestro
conviven
perversión y belleza,
y por doquier te abraza
la paz y lo macabro,
pues nada es
lo uno sin lo otro...
ninguna cara se forjó
sin su cruz,
y así vamos rodando
la moneda:
ésto y aquello,
el todo, y la nada.
Y tú, sola e insignificante
ante tí misma,
capeas el temporal
con sentimientos en rebajas,
entre toques de queda,
y cenando con público.