Me gusta el silencio,
ese silencio suave
que arranca sonidos...
callar, cerrar los ojos
y escuchar al viento
en los árboles,
a las olas
desmayarse en la playa,
o a los aspersores
-que en Andalucía llamamos
periquitos-,
regando al trasluz
los campos.
Me gusta escuchar estos
sonidos en silencio,
sonidos en silencio,
dejarme llevar
por el murmullo cadencioso
del aire en hojas y ramas,
por el de las olas
entregándose a la arena,
o el del agua,
girando al aire
al esparcir el riego.
Hay silencios armoniosos,
silencios que transmiten paz,
que inundan los sentidos
de belleza,
cosquillean el ánimo,
y alegran la vida.
Silencios...
delicados silencios,
mágicos silencios,
vulnerables silencios,
sonoros silencios...
silencios que son
racimos de sensaciones
preñadas de endorfinas.
cosquillean el ánimo,
y alegran la vida.
Silencios...
delicados silencios,
mágicos silencios,
vulnerables silencios,
sonoros silencios...
silencios que son
racimos de sensaciones
preñadas de endorfinas.
Con este poema el blog se toma unas merecidas vacaciones... no publicaré hasta septiembre, pero no creáis, seguiré estando ahí: leyéndoos, disfrutando de vosotros y de vuestros post, y por supuesto, haciendo comentarios. A tod@s, -estéis de vacaciones o no-, os deseo lo mejor: disfrutad intensamente día a día, que estamos en el mundo para ser felices, y la vida es muy corta. Os quiero muchísimo, mil besitos supergordotes, y hasta la vuelta.