domingo, 27 de marzo de 2011

deseo




Mi deseo fue tu vida,
y además de tenerte,
que nada más nacer
conocieras el amor,
y que el amor
nunca se ausente 
de tu camino.

Mi deseo es que ames,
con ternura,
con voluptuosidad, con
pasión infinita, 
y que en ese camino
irracional del amor,
también seas amada
de la misma manera,
con igual contraprestación.

Mi deseo ferviente
es que tengas salud
y que jamás la pierdas,
pues es la salud
el aliento mismo de la vida.

Mi deseo es que encuentres
tu lugar en el mundo,
y que te sientas útil
en tu trabajo,
que te realices con él
y te que guste mucho.

Y es mi deseo,
 que más que rica
en dineros lo seas
en amigos, en sonrisas,
en recuerdos, en aptitudes,
pero aún así,
que no te falten nunca
 medios económicos
con los que afrontar la vida.

Mi deseo por supuesto
es que tengas hijos,
que los mezas y acurruques
en tus brazos
y que juegues con ellos,
que te mires en sus ojos,
y que los veas crecer
día a día.

Mi deseo que tengas
mucha paz interior,
y tolerancia
hacía los otros,
y humildad y paciencia
contigo y con el mundo,
y plena serenidad en los
momentos difíciles.

También es mi deseo 
!cómo no! 
tengas sueños,
grandes sueños,
hermosos sueños,
y que los alcances
paso a paso,
con la fluidez de los
momentos de una vida.

Mi deseo Rocío
se resume en una frase,
una simple frase:
quiero que seas feliz,
feliz con mayúsculas
!FELIZ! 
nada más y nada
menos eso, hija mía.




 Este poema lo escribí ya hace tiempo para mi hija mayor, Rocío, una adolescente con los más bonitos ojos azules, la sonrisa más contagiosa, contestona, protestona, y bastante desordenada, pero a la que quiero más que a nada en el mundo, por encima de todo.... y lo he querido terminar,  simpáticamente, con este vídeo con protagonista canino, ya que ella lo que desea es tener un perro, y la entiendo, !cómo no!, pero resulta que, entre la ingente cantidad de cosas a las que es alérgica, está la del epitelio de los animales !vaya por Dios!... y a los ácaros, las gramíneas, el polen del olivo...... así que, sinténdolo mucho, el canis, tendrá que tenerlo en vídeo.

lunes, 7 de marzo de 2011

los días y las horas


Ningún momento
se repite
nunca más.
No se repite.
Si acaso,
cabe mecerlo
en el recuerdo,
más no se repite.
Ningún momento
se repite.

Frente al mar,
me miro a mi misma
y pienso, si de verdad
soy consciente
de la finitud
del instante,
de la metafísica
de la vida misma,
de que todo es único
e irrepetible.



* He de deciros querid@s que puedo tirarme horas y horas sentada mirando al mar, él y yo solos, frente a frente, es lo que tiene el mar, que activa ese diálogo interior de una consigo misma !el mar!... la mer, la mer toujours recommencée... siempre renaciendo.